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Esa
tercera “entidad”, a la cual llamamos mente, sobre la cual, seguramente ya
existirá una explicación desde el punto de vista de la química acerca de qué es
y como “se produce” y la cual no acabo de conocer (por desgracia), alberga
pensamientos, conocimientos, emociones, sentimientos, información a fin de
cuentas que se mueven sin descanso a lo largo de esa intrincada red de células
nerviosas que forma nuestro cerebro; y que con la muerte de nuestro organismo
desaparece, o al menos, queda encerrada en esas células que en poco tiempo se
romperán y pasarán a ser meros elementos químicos en un universo compuesto por
esos mismos elementos, desapareciendo con este proceso cualquier esperanza de
recuperar esa información, una información que en vida, fue lo más preciado que
tuvimos nunca.
Ya que,
¿como podría ser otra persona o cualquier otro ser vivo importante para nosotros,
si no hubiésemos llegado a sentir algo por él? Es decir, si no se hubiese
formado o creado ese sentimiento, información como he dicho antes, que se
acumula en esas células. ¿Cómo si no, podemos llegar a desempeñar un destino,
un trabajo, una forma de vivir, si no es almacenando conocimientos en esas
células relacionados con ese trabajo o forma de vivir? Sin esa información no
seríamos más que meros animales que se guían por instintos y como tales,
sienten la muerte, y aunque es posible que se quieran resistir a morir, no
pueden reflexionar sobre ella ni sentir que pierden lo que sentimos que
perdemos. Esa información que hemos acumulado a lo largo de la vida, que nos
hace sentir de alguna forma especiales, queridos, útiles, incluso necesarios
para algo o alguien.
Y es
por eso, que deseamos vivir al límite siempre. Es por esa razón, por la que hay
dichos o formas de pensar como el “carpe diem”, el “no dejes para mañana lo que
puedas hacer hoy”, el “prefiero no arrepentirme de no haberlo hecho”. Es por
esa razón, por la que queremos dejar una muestra de nuestra existencia, por lo
que (apartando el instinto a un lado) queremos reproducirnos y perpetrar la
especie, por demostrar que existimos, y si en ese camino a nuestros hijos
podemos cederle de alguna forma la historia de nuestra vida, lo haremos, pues
de forma quizá oculta, es lo que más deseamos en nuestro corazón, en nuestro
alma, en nuestra mente a fin de cuentas. Es por esa razón, por la que vamos
siempre con prisa a todos lados, haciéndolo todo deprisa y corriendo, porque
nos falta tiempo siempre, pues sentimos
que se nos agota y queremos aprovecharlo, aunque en la mayoría de los casos
acabemos por desperdiciarlo. Pero la idea de querer vivirlo todo está ahí, ya
que un día, nuestro cuerpo morirá, y nuestra mente desaparecerá, y para
entonces querremos haber hecho de la información de nuestra mente la mejor
historia que podamos coleccionar en la vida, aunque eso no quite que finalmente
desaparezca con el último aliento de vida de nuestros pulmones y el último
latido de nuestro corazón.
Es por
esa misma razón, por la que escribo esto. Soy una persona que ha querido saber
lo que es amar hasta “dolerle el alma”, y que intenta aprender y acumular la
mayor cantidad de conocimientos que tenga a su alcance, y que le gustaría ceder
esos conocimientos y esa historia, mi vida, a alguien algún día de alguna
forma, antes de que mi mente desaparezca con mi muerte, pues aunque antes de
morir sintamos que nuestra vida ha sido lo más precioso que nos ha pasado y ver
lo mucho que ha valido la pena hacer todo lo que hemos hecho a lo largo de
ella, cuesta mucho despedirse de lo mejor que hemos tenido nunca. Y llega a ser
doloroso saber que ni siquiera podremos despedirnos realmente de nuestra vida.
Por lo que solo pediré una cosa:
Por lo que solo pediré una cosa:
VIVID.
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