
Imaginemos un hombre, alto, moreno, unos 50 años. Imaginemos
que está casado con la mujer de su vida, algo más bajita que él, morena,
también rondando los 50. Dicho matrimonio en los años que tiene de vida ha
resultado bastante provechoso, 3 hijos son el resultado. El mayor hace poco que
cumplió los 20, estudia fuera, su padre siempre le dijo que tenía que ser mejor
que él, y es por ello que marchó a la capital a continuar sus estudios, a
encontrarse a sí mismo, a triunfar. El
mediano cuenta con 16 años, una edad difícil, las ideas y comportamientos que
crearan la personalidad del hombre que será el día de mañana van tomando forma
en estos años. Es un joven lleno de sueños y aspiraciones, quiere llegar lejos.
La pequeña está a punto de cumplir los 5 años, conocedora de los placeres que
le concede la más tierna infancia, está ante un mundo en el que cualquier cosa
normal para nosotros es nueva para ella. Siente esas ganas irremediables de
explorar, de preguntar el por qué de todo, tiene ansias de conocimiento.

Sigamos imaginando, las cosas en el trabajo de nuestro
hombre no van demasiado bien y no es por su culpa, pues él ha sido siempre un
sacrificado obrero de la construcción, ha trabajado en ocasiones de sol a sol y
lejos de su familia para poder procurarle a esta la mejor vida que él con sus
manos le pudiese ofrecer. El problema viene de arriba. El orden de estabilidad
que había llevado a estos negocios a la
bonanza esta herido de muerte. ¿Sus Asesinos? Los políticos que lo crearon y
los bancos que lo propiciaron. Le dieron de comer a la gallina de los huevos de
oro y ella a cambio les enriqueció, pero sus ansias de avaricia y codicia han
hecho que ellos mismos envenenaran a su fuente de ingresos y no hay marcha
atrás. Por desgracia para nuestro hombre, él está en el grupo de aquellos que
se llevaron el trozo más pequeño del pastel, y los que se llevarán el trozo más
grande del marrón.

Los rumores de gurús, expertos tomados por tontos y de más
gente que avisó y no eran traidores se convirtieron en realidad. La gallina de
los huevos de oro ha muerto. El orden que lo manejaba ha desaparecido. La gente
huye al grito de “sálvese quien pueda” pero las condiciones de unos y de otros
no son ni si quiera parecidas. Los asesinos de la gallina tienen los bolsillos
llenos y la sartén por el mango, sin embargo nuestro hombre y tantos otros como
él son la cabeza de turco, el recorte “necesario” para que todo se solucione,
los que deben hacer el “sacrificio colectivo”. Nuestro hombre fue despedido.
Con 50 años, 30 de experiencia, pocos estudios, una familia numerosa que
mantener y 420 euros de paro.Sigamos imaginando. La gallina hace ya un par de
años que murió, en los cuales los estragos han sido muy severos en nuestro
hombre. Nuestro matrimonio busca desesperadamente un trabajo que les ayude a
sobrevivir. Los dos hijos intentan labrarse un futuro aunque cada vez esta más
negro en perspectivas y oportunidades ya que la densa sombra de los
“sacrificios” y los “recortes necesarios” amenazan con privarles de sus
estudios. La única que vive feliz es la pequeña. Disfruta de lo simple que es
su vida, de momento, viviendo en la ignorancia. El caso de nuestra familia es
solo uno más de los cientos de miles que se extienden a lo largo y ancho del
país.

Esas gentes sienten en su conciencia que ya no pueden seguir
así. No pueden pretender ser felices como nuestra niña viviendo en la
ignorancia confiando en que todo pasara. Esa gente, no puede vivir con su
conciencia viendo como los asesinos de la gallina de los huevos de oro dirigen
sus vidas, como aquellos que les hundieron en la miseria les piden
“sacrificios” mientras, que esos mismos gobiernos y bancos, les privan de
sueldos y les asfixian con impuestos e hipotecas. No pueden vivir viendo como
los sueños de sus hijos se verán truncados por una sociedad que ellos no
crearon, por una realidad que ellos no merecen. Imaginemos que la conciencia de
esas familias no les deja dormir por las noches con todos esos pensamientos. Que
les llena las venas de justicia y venganza. Que les fija en la mente que los
sacrificios deben hacerlos ellos. Que cada palo debe aguantar su vela y los
culpables pagar por lo que hicieron. Imaginemos que esos padres saliesen a las
calles para exigir lo que se les arrebató. Imaginemos que esos hijos saliesen a
la calle exigiendo un futuro. Imaginemos…
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Es muy cierto eso que ahí relatas, miles de jovenes que no tenemos salida, estamos estudiando y no sabemos cuanto tiempo más podemos aguantar, y si no podems estudiar, no hay trabajo apenas, y si lo hay es un curro mal pagado a cambio de una "buena obra". Y nuestros padres viendo que no tienen nada, ya no por ellos, sino por nosotros... odio esta situacion, y no sera la peor... malditos politicuchos....nos han jodido ( me encanta tu tablon:) )
ResponderEliminarHay que hacer cooperativas de todo y copartirnos lo que produscamos. asi e smas facil i enos estrezante que trabajar para otros que quieren hacerse ricos con nuestros esfuerzos, es el problema de quedarse en la zona de confort y no utilizar e cerebro de aue mas puedo hacer.
ResponderEliminarcuando ellos los ricos no tengan nuestra ano de obra no van a tener como hacerlo.
pero tenemos que unificarnos.